1 Samuel 1:10-11
«Profundamente afligida, Ana oró al Señor, y llorando amargamente, hizo este voto: «Señor Todopoderoso, si te dignas mirar la aflicción de tu sierva y te acuerdas de mí sin olvidarte de tu sierva, y le das un hijo, te lo entregaré por todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza.»»
1 Samuel 1:17
«Eli le respondió: «Ve en paz, y que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido
1 Samuel 1:20
«Y sucedió que, al cabo de algún tiempo, Ana concibió y dio a luz un hijo, al que llamó Samuel, porque dijo: «Se lo pedí al Señor.»»
1 Samuel 1:27-28
Yo oraba pidiendo este niño, y el Señor me concedió lo que le pedí. Ahora yo, a mi vez, se lo entrego al Señor. Por todos los días de su vida será entregado al Señor.» Y allí adoraron al Señor.
Estos versículos resumen la profunda angustia de Ana, su oración y voto a Dios, la respuesta de Dios a su petición, y su gratitud y cumplimiento de la promesa de entregar a Samuel al servicio del Señor. La historia de Ana es un poderoso ejemplo de fe y confianza en Dios, incluso en medio de circunstancias difíciles.
Sermón
La Inquebrantable Fe de Ana: Lecciones de Oración, Paciencia y Confianza en Dios»
Introducción
En el primer libro de Samuel, encontramos la conmovedora historia de Ana, una mujer marcada por el dolor y la esperanza. Ana vivía en un tiempo en el que la esterilidad no solo era vista como una desgracia personal sino también como motivo de vergüenza y burla. Sin embargo, su historia es un testimonio de cómo la fe profunda y la entrega a Dios pueden transformar el dolor en bendición, la burla en honor, y dar inicio a un propósito divino que supera toda expectativa humana.
El Contexto de Sufrimiento
Ana era una de las dos esposas de Elcana. A diferencia de Penina, que tenía hijos, Ana era estéril. Año tras año, en sus visitas al templo en Silo, el dolor de Ana se agravaba, no solo por su condición sino también por las constantes provocaciones de Penina. En medio de una sociedad que medía el valor de una mujer por su capacidad de tener hijos, Ana enfrentaba una profunda aflicción.
La Oración Ferviente
Lo que distingue a Ana es su respuesta ante el sufrimiento. En lugar de resignarse, Ana derrama su alma ante el Señor en oración. Su súplica en Silo no es un simple pedido; es un voto de fe y confianza absoluta en Dios. Ana promete dedicar a su hijo al servicio del Señor si Él le concede su petición.
La Burla Convertida en Bendición
Aunque Eli, el sacerdote, inicialmente malinterpreta la oración silenciosa de Ana como ebriedad, pronto reconoce su error y bendice su fe. La fe de Ana no pasa desapercibida para Dios. Él responde a su oración, y Ana da a luz a Samuel, cuyo nombre significa «Dios ha escuchado». La mujer que fue objeto de burla y desdén se convierte en la madre del profeta que ungiría a los primeros reyes de Israel.
El Cumplimiento del Voto y el Propósito Divino
Ana cumple su voto. Cuando Samuel es lo suficientemente mayor, ella lo lleva al templo para dedicarlo al servicio de Dios, reconociendo que su hijo es, ante todo, un regalo del Señor. La historia de Ana cierra con un poderoso cántico de alabanza, que no solo celebra su propia bendición sino que profetiza el poder y la justicia de Dios sobre toda la tierra.
Conclusión
La historia de Ana nos enseña sobre la importancia de la fe, la oración y la paciencia. En medio de la burla y el sufrimiento, Ana eligió confiar en Dios, convirtiendo su aflicción en una forma de adoración y su desesperación en esperanza. Su historia nos recuerda que no hay petición demasiado grande o pequeña para Dios, que los planes de Él son perfectos y que, a menudo, el propósito divino se revela en medio de nuestras pruebas más difíciles.
Que la historia de Ana inspire nuestras oraciones, fortalezca nuestra fe y nos recuerde siempre del poder transformador de confiar plenamente en Dios. Amén.