La historia del Éxodo y el cruce del Mar Rojo es uno de los relatos más emblemáticos y poderosos de la Biblia, lleno de la intervención sobrenatural de Dios para liberar a su pueblo, los israelitas, de la esclavitud en Egipto.
Contexto
Los israelitas habían vivido en Egipto durante muchos años, pero con el tiempo, los faraones que desconocían a José comenzaron a verlos como una amenaza. Entonces, los egipcios los hicieron esclavos y los sometieron a trabajos forzados. En su dolor y sufrimiento, clamaron a Dios por liberación. Dios escuchó sus clamores y decidió enviar a Moisés para guiarlos hacia la libertad.
Llamado de Moisés
Dios se le apareció a Moisés en una zarza ardiente (Éxodo 3) y le dio la misión de confrontar al faraón y liberar a su pueblo. Moisés, aunque dudoso y temeroso, aceptó la tarea con la promesa de que Dios estaría con él. Su hermano Aarón se unió a él como portavoz.
Las Diez Plagas
Moisés y Aarón se presentaron ante el faraón, pidiéndole que dejara salir al pueblo de Israel para adorar a Dios en el desierto. El faraón se negó una y otra vez, y Dios comenzó a enviar las famosas diez plagas sobre Egipto como juicio. Estas plagas incluían desde la conversión del agua en sangre hasta la muerte de los primogénitos.
La última plaga fue la más devastadora: la muerte de todos los primogénitos de Egipto, incluidos los de las casas de los esclavos y hasta los animales. Dios había instruido a los israelitas que celebraran la primera Pascua, marcando los dinteles de sus puertas con la sangre de un cordero para que el ángel de la muerte pasara de largo y no matara a sus primogénitos.
Después de esta plaga, el faraón finalmente permitió que los israelitas se fueran, pero fue una liberación temporal.
La salida de Egipto
Los israelitas, dirigidos por Moisés, partieron rápidamente de Egipto hacia el desierto. El éxodo se calcula en unas 600,000 personas, sin contar a mujeres y niños. Dios los guio con una columna de nube durante el día y una columna de fuego durante la noche (Éxodo 13:21-22), demostrando su constante presencia y dirección.
El cruce del Mar Rojo
Mientras los israelitas avanzaban, el faraón cambió de parecer y envió a su ejército, con carros y soldados, para perseguirlos. Los israelitas llegaron a un punto donde estaban atrapados entre el ejército egipcio y el Mar Rojo. En ese momento, el pueblo entró en pánico y comenzó a reclamar a Moisés, pero él les dijo:
“No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis. Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos.” (Éxodo 14:13-14)
Dios instruyó a Moisés para que extendiera su vara sobre el mar, y al hacerlo, las aguas se separaron, creando un camino seco en medio del Mar Rojo. Los israelitas comenzaron a cruzar por este camino, mientras que la columna de nube se desplazaba entre los egipcios y los israelitas, impidiendo que los egipcios se acercaran.
El ejército egipcio se lanzó en persecución, entrando al lecho seco del mar, pero Dios intervino nuevamente, causando confusión y daño en los carros de los egipcios. Cuando los israelitas llegaron al otro lado del mar, Dios le dijo a Moisés que extendiera su mano nuevamente sobre las aguas, y las aguas volvieron a su lugar, cubriendo al ejército de Egipto y ahogándolos.
Celebración y agradecimiento
Después del cruce, Moisés y el pueblo de Israel cantaron una canción de alabanza a Dios, celebrando su poder y liberación (Éxodo 15). La hermana de Moisés, María, tomó un pandero y, junto con otras mujeres, danzaron y cantaron en gratitud.
La historia del cruce del Mar Rojo no solo es una narrativa histórica, sino que representa la liberación poderosa de Dios para su pueblo y su capacidad de abrir caminos donde parece que no los hay. Para los cristianos, también es un símbolo de la salvación y del poder de Dios para liberarnos de la esclavitud del pecado.
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